domingo, 12 de diciembre de 2010

El Lazarilo de Tormes.Tratado III


TRATADO III

1. Por primera vez, el sentimiento de la fraternidad aparece en la literatura española. ¿Cómo se manifiesta?

El sentimiento de fratrernidad en este tratado se presenta nuevamente porque hay un señor en la historia que se encuentra solo,herido y la gente le da limosna, y debe de buscar a un dueño , un amo, para quien servir.
Y el se preguntava que donde podria encontrar a este amo, y de repente Dios se topa con el y le pregunta:
-Buscas amo? Y el le responde que sí.
Y se le presenta por la calle un senyor con razonable vestido, bien peinado, su paso y compás en orden y le dice: Dios ha echo toparte conmigo,porque alguna buena oracion recaste hoy para que te pasara esto.
Al fin y al cabo, en este tratado aparece el sentimiento de fraternidad, cuando este ''chico'' que busca a quien servir, hay un amo que se hace responsable de el a cambio de ser servido a diario con el. Este amo hace el papel de padre para cuidar al chabal, para que no este por las calles buscando limosna, y le da trabajo y lugar para vivir.


2. Al comienzo, a Lázaro le engañan las apariencias. ¿Cómo? ¿De qué manera se va engañando a sí mismo?

Le engañan las apariencias ya que el escudero que iba tan arreglado y elegante resultó ser en realidad un hombre pobre, y nadie lo conocía. El escudero se excusaba diciendo que comer exageradamente era de cerdos y no de personas respetables, marchaba por la mañana y volvía muy tarde y sin nada de comer. Más tarde fue Lázaro quien daba de comer al escudero ya que tenía que ir pidiendo limosna después de terminar las tareas que le daban.

3. ¿Cómo se manifiestan en este capítulo los recuerdos del ciego y del cura?

Se manisfiestan de manera negativa, ya que no tiene buena relación con ninguno de los dos. El ciego maltrataba a Lázaro y no le daba de comer y el cura tampoco. Tuvo que engañar a los dos para poder sobrevivir mínimamente esos años.

4. El hidalgo es paupérrimo pero no pierde su digna apariencia. Explica un episodio que lo demuestre.

“Desque fuimos entrados, quita de sobre sí su capa y, preguntando si tenía las manos limpias, la sacudimos y doblamos y, muy limpiamente soplando un poyo que allí estaba, la puso en él”.
“-Ven acá, mozo. ¿Qué comes?
Yo lleguéme a él y mostréle el pan. Tomóme él un pedazo, de tres que eran, el mejor y más grande, y díjome:
-Por mi vida, que parece éste buen pan.
-¡Y cómo agora -dije yo-, señor, es bueno!
-Sí, a fe -dijo él-. ¿Adónde lo hubiste? ¿Si es amasado de manos limpias?
-No sé yo eso -le dije-; mas a mí no me pone asco el sabor de ello.
-Así plega a Dios -dijo el pobre de mi amo.”

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